KIMBERLI
BAÑADO SUR
FOTOS JUANA BARRETO - BARO BRIZUELA
TEXTO BARO BRIZUELA
Kimberli Samaniego tiene 22 años, es estudiante de la carrera de trabajo social, para lo que demuestra una gran vocación. Se emociona cuando cita a la poetisa nicaragüense Gioconda Belli: “La solidaridad es la ternura de los pueblos”.
Es la mayor de cinco hermanos y es madre de dos niñas, Yvoty (Flor) y Eireté (Miel de Abeja), esta última diagnosticada con un problema de salud que demanda a Kimberli casi la exclusividad de su tiempo, y que la obligó a poner en espera muchos de sus planes de desarrollo personal y laboral.
Su padre es albañil y su madre se gana la vida como ganchera en el vertedero de Cateura. Ambos perdieron sus empleos a causa de la pandemia de Covid-19, apenas poco tiempo después de que el gobierno decretara el estado de emergencia sanitaria, que trajo consigo consecuencias económicas devastadoras para los trabajadores informales.
En ese contexto, Kimberli decidió tomar la iniciativa y acercarse a sus vecinas del barrio para organizar una Olla Popular de la cual su familia y la de algunos vecinos puedan alimentarse. Cocinaban en el patio de su casa y todos colaboraban de alguna manera según sus posibilidades.
También conversó con compañeras y profesoras de la universidad donde encontró el respaldo de la profesora Cira Novara con quien trabajó para difundir el trabajo solidario que estaban realizando y con quien más adelante lograría impulsar la organización denominada Articulación Bañadense de Ollas Populares, que aglutina a las ollas populares de los Bañados e incluso de otros barrios de Asunción, Luque y Mariano Roque Alonso.
Desde esta organización, de la cual es una de las líderes, han logrado alzar la voz y reclamar al Estado que ponga el foco en los Bañados, barrios históricamente postergados y marginados por la falta de políticas públicas que ayuden al mejoramiento de sus condiciones de vida. Fueron meses de lucha hasta conseguir la promulgación de la ley de Ollas Populares, y luego para que el cumplimiento de esta se haga efectivo.
Durante los escasos meses de vigencia de esta ley, Kimberli y sus compañeras de la articulación, han estado en vigilia permanente, procurando que el reparto de insumos por parte de la Secretaría de Emergencia Nacional, se realice de manera correcta, justa y acorde a lo establecido.
"Las ollas populares nos dieron la posibilidad de conocernos más entre nosotras y de entender que merecemos más oportunidades".
Hoy, la lucha de Kimberli sigue más que vigente. Recientemente, una nueva ley del congreso ha dejado sin fondos el sostenimiento de las Ollas Populares, lo que ha hecho encrudecer nuevamente la situación alimentaria de más de 20.000 personas de las zonas más encarecidas del país, entre ellas el Bañado Sur, donde vive junto a su familia. Una vez más, les invade el dolor de sentirse postergados.
Kimberli sueña con terminar su carrera universitaria y realizar un postgrado en el exterior. En un futuro le gustaría trabajar colaborando con las comunidades más vulnerables, a las que justamente hoy el Estado les da la espalda. La experiencia de haber contactado con otras mujeres, de organizarse, apoyarse entre ellas y, unidas, procurar por un objetivo común, la ha fortalecido. Ahora se siente más empoderada y visualiza un nuevo mundo de posibilidades. A pesar de las dificultades, festeja el despertar que ha tenido como mujer.